Crocante
Desde diferentes sitios nos había llegado la recomendación de la visita a este restaurante y cuando varias personas se ponen de acuerdo en una crítica positiva hacia un sitio, habitualmente, suelen acertar. En una mañana de jueves, nos acercamos hasta Cimavilla buscando su localización y al llegar, preguntamos por una mesa para comer, sin haber realizado una reserva previa. En la planta de abajo, nos dejaron echar un ojo a la carta, advirtiéndonos que era un restaurante diferente al resto que había en el barrio. No sabemos si nos vieron cara de turistas buscando una sidrería, pero precisamente un sitio diferente, era lo que buscábamos. Subimos al comedor de la parte de arriba y nos sentamos en nuestra mesa para decidir el menú que íbamos a degustar.
crocante
Empezamos con una original ensalada de burrata, espinaca y pistacho. La burrata es un queso fresco de leche de vaca, de pasta hilada y
de forma redonda, con un aspecto exterior similar al de la mozzarella en
forma de bolsa con el característico cierre apical. En el interior, la
textura es mucho más suave y filamentosa, similar al queso manteca. La mezcla de lechuga, frutos secos, fruta, cebolla y el queso, daba como resultado una ensalada contundente, con un sabor delicioso. Para los amantes de las ensaladas como nosotros, es una muy buena elección.
ensalada de burrata, espinaca y pistacho
Dentro de los platos acuáticos, como reza su carta, nos decantamos por unas zamburiñas, tiernas y sabrosas, presentadas en su propia concha y acompañadas de una muselina de ajo y sal maldon. Otro acierto absoluto, nos pareció una delicia de plato.
zamburiñas y muselina de ajo
Entre los platos terrícolas, pedimos la presa de bellota y coulis
de mango. Un coulis es un jugo concentrado de alimentos obtenido
filtrando
un puré con un colador fino o un colador chino. Puede ser de verduras o
frutas, carnes o pescado. La carne estaba lo suficientemente tierna y sabrosa para continuar con la calidad de los platos anteriores.
presa de bellota y coulis de mango
El plato anterior venía acompañada de unas patatas fritas en gajos, bien cocinadas, que formaban un acompañamiento clásico pero efectivo, para acompañar a la carne en nuestros paladares.
patatas fritas
Para rematar, entre los postres que nos ofrecieron, elegimos una tarta de yogur y maracuyá. Una receta suave en boca, que jugaba principalmente con el contraste del ácido del yogur y el dulce de la fruta, y con la textura cremosa de su parte superior y el bizcocho de la inferior.
tarta de yogur y maracuyá
Puntuación:
- Comida: 8
- Calidad/Precio: 6
- Ubicación: 7
- Accesibilidad: 7
- Decoración: 7
La cuenta fue de 64'40€ para dos personas, acompañando la comida con agua, un postre y la invitación a un café. En términos generales, salimos contentos del Crocante, porque disfrutamos de una buena comida diferente a las habituales. Hace muchos años ya visitamos ese mismo local. En aquella época era un restaurante vegetariano. Todavía hoy, se puede ver un cartel en forma de tomate colgando de su fachada.
Calle Rosario, 7
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